sábado, 8 de noviembre de 2014

Y bueno, que es bonito que quieran suceder contigo.

Presumía,de mis alas y despegues.
De candados abiertos y cuerdas que más que amarrar, acariciaban.
Era (como siempre que viajaba sola) capitán de mis navíos y dueña de latidos y lunas.
Jugaba con la batuta a creer que dirigiría mis cuentos e hice que toda una tropa, disparase cañones si sus pasos se acercaban a la linea que separaba su campo de batalla de mi burbuja helada.
Me creí Alicia perdida en sus maravillas; la manzana que sería capaz de dañarle con solo moderla.
Puse mis propias señales de prohibición en nuestros caminos y le obligué a mirar sin tocarme el corazón , a caminar conmigo pero a cien pasos de mi:
 "mírame así , mírame solo hasta que pueda ser así"

Y yo no tenía miedo de desgastarme, aunque tocara con sus pupilas mis miedos, no temía borrarme porque sabía que siempre sabría hacerme aparecer.
Cuántas veces me sujetó las manos y me empujó el torso hacia el abismo, cuántas veces quisieron sus deseos ponerme entre él y las nubes, cuántas veces quiso hacerme saltar para no tener que hacerlo solo.

Cuando quise darme cuenta, él ya había entrado en mi burbuja sin helarse, había vencido a todo mi ejército y arrasado(supongo que por su manía de rozar siempre los limites de velocidad) todas las piedras que yo le había puesto; me descolocó mi armonía y me enseñó lo bonito que podíra llegar a ser el caos.    
Ya teníamos nombre y el corazón nos nombraba a nosotros.

Cuando quise darme cuenta, ya estaba yo jugando a la rayuela en las puertas de su jaula,ya estaba yo con un pie dentro y el otro a medias.
Ya estaba yo atándome, pidiéndole (que no en alto) que me amarrara con fuerzas, poniéndole sobre las manos mi vuelo y dándole llaves y claves.

Quiso volverse suicida de mis precipicios. Y entonces yo, quise saltar con él.





miércoles, 10 de septiembre de 2014

Te echo en falta,porque me faltas.

Pisamos los días dándole la espalda a lo que nos queda de miedo.
Dormimos agazapados en nuestra propia ignorancia
pensando en la posibilidad de que la eternidad exista,
de que me esperes al otro lado de la vida o que vengas a visitarme en sueños.
La utopía ilusionista de pensar que los que se fueron son trozos de cielo
que de vez en cuando brillan y caen para nosotros.

Nos negamos a pensar en los muros que se cerraron aquel día,
el peso que recae sobre esas cuatro tablas,
la arena que te tapaba la libertad
y nos separaba por última vez,
las lágrimas que cayeron en aquel sitio oscuro bajo un sol claro,
mi pecho luchando por aire ante la imposibilidad de dejarte ir;
el cielo que hoy llora por ti y nadie entiende por qué,
las flores que se marchitan apoyadas en la piedra
esperando que tu aliento les de vida
pero tú ya no estás.

Y ella te recuerda en tu sillón,
y juega a pasar la tarde con las manos
metidas en sus agujas y un trozo de lana
pero siempre,
cuando cree que nadie la ve, mira por la ventana
para ver si llega tu coche,
por si llegas y cruzas la calle;
para consolarse y sentirse estúpida al imaginarte subir las escaleras,
al imaginarse tu ruido.

Te perdimos como quien pierde un miembro de su cuerpo
y solo le queda el dolor de lo que ya no existe.
Como las ausencias que te rasgan la sonrisa y se
esconden debajo de la cama para salir por la noche
y arroparte el alma.

Como el frío que te inunda los huesos
y se convierte en daño.

Ojalá hubiese sabido seguir tus pasos,
ojalá no te hubiese perdido la huella
y te recordase nítido y presente.

Ojalá nunca olvide tu voz cortada,
el sonido de tus botas acercándose por el pasillo,
el gas que escapaba cuando abrías la botella,
tus manos agarrando fuertes las mías,
tus ojos llenos de toda la vida que nos falta
la complicidad que nos definía,
la valentía que te definía a ti
la fuerza que me dabas a mi.

Ojalá no me faltes nunca donde te he guardado espacio
desde que tiñeron nuestra vida de gris,
y sepa mantenerte libre,recuerdo y anhelo.

Hoy te echo en falta,
porque hoy como todos los días,
me faltas.






miércoles, 3 de septiembre de 2014

Siempre fuimos tormenta.

Querernos fue como llegar a casa
y que alguien te espere despierto;
como creer en la magia, 
encontrar el trébol con más de tres
o ver una estrella fugaz que persigue a otra
segundos después.

Querernos fue sentir como un primer orgasmo
te eriza la piel,
como un desayuno en la cama
o ver la vida del revés.

Querernos fue la explosión que presentaba a la vida
y la que posiblemente acabará destruyéndola.
Porque querernos, amor, fue también rompernos las alas a muerdos,
fue arañarnos la espalda y no solo por placer.

Fue acariciarle las escamas al dragón sin miedo a que nos quemase
y nos quemó, por tanto querernos.
Querernos no significaba guardarnos, porque nunca tuvimos la llave
y ninguno estuvo dispuesto a ser cerradura.

Querernos era el sol que impaciente esperamos tras aquella noche de tormenta
pero sabes tan bien como yo que querernos fueron truenos
y que por más que esperamos

nunca vimos asomar el sol, amor.



viernes, 22 de agosto de 2014

Antihéroes.

Yo estaba cansada de amores rotos,
hecho añicos en un intento
de auto-destrucción masiva.

Cansada de convertirme cada noche
en el cazador cazado
que se apunta a si mismo con los ojos llenos de miedo
esperando su sentencia y la bala que nunca llega.

Cansada de esperar que me buscara
aunque fuese por error.
Porque siempre me pareció bonito 
que volviese a tropezar conmigo para corregirme.

Esperé que me salvara de todas aquellas veces
que quise rasgar una historia
que yo misma decidí enmarcar
y colgar en las paredes frías que me habitaban el alma.

Dejé que asomara en mi sonrisa de guerrero retirado
que enseña sus cicatrices con orgullo
como si no le hubiesen dolido las heridas 
y quisiera volver a sangrar.

Lo convertí en el héroe que nunca llegaría, 
el beso que no me despertaría de ningún sueño profundo
y el protagonista de los versos 
que me prohibí escribir la tarde que le vi caer a nado de mis ojos.

Deshojé días como la niña dulce
que espera entusiasmada que el último pétalo
lleve consigo un "sí me quiere".

Me conformé con los "pero" que conscientemente me tragué
junto con la llave que me encerraba en sus límites
y aprendí aquello que nunca se debe aprender en el amor:
dejarse querer a medias.