miércoles, 30 de septiembre de 2015

Olvidos no ajenos, memoria selectiva.

Nadie nos dijo que también hay terciopelos que raspan, 
que el gato que se contoneaba sensual
entre los límites de la euforia y el éxtasis nos iba a sacar las uñas.
Nadie nos dijo que sobrevivir a la hecatombe
no era quedarse a verla escondidos en los cimientos que quedaran en pie
sino que había que huir de la manera más cobarde
y digna que tus recuerdos te permitiesen.

Se les pasó decirnos que el agua cubría,

que nos llegaría hasta el cuello
a pesar de que miráramos hacia arriba con ansia de despegar.
Se les pasó decirnos que alguien tenía para nosotros un futuro no tan incierto
y que existen cuerdas que alguien mueve a su gusto de las que no nos podemos soltar.

Se olvidaron de contarnos que hay lineas que se cortan

y dejan de ser infinitas para que cambiemos de dirección;
que el retroceso y el replay no eran opción,
que la vida estaba en modo aleatorio
y no eramos más que melodías que tienen su momento y espacio a antojo de otros.

Nadie nos dijo que la felicidad tenía dos caras

y que la que no nos enseñaron 
pega tan fuerte que dejaría a Goliat tumbado y pidiendo el cambio.
Que no hay descansos que dejen pasar el aire 
porque la vida no sabe de pauses ni nosotros sabemos parar.

Joder , no se a quien se le olvidó recordarme 

otra vez,
que hay piscinas vacías, hoyos que hunden y manos que aplauden si besas el suelo.